La instalación de Rodrigo Velasco lleva en sí la metáfora de la flor que vive con su despliegue variable y aleatorio, como se evoca en el tema del cuicamatl. Su naturaleza transformacional y generativa enfatiza la creación de trayectorias más que de imágenes estáticas. Al explorar los movimientos transversales del pensamiento y el sentimiento, esta instalación celebra la vida y la asombrosa belleza del náhuatl.

Los cuicamatl [traducidos como "papeles de canto"] son otra fuente de influencia en la obra, por su importancia en el mundo náhuatl, pero sobre todo por la sabiduría y vivacidad que caracterizan a estos libros de poesía lírica. Para León-Portilla, un cuicamatl se concibe "no como una preciosa flor seca, sino como una flor que se abre y se cierra bajo los diversos rayos del sol, para que pueda ser apreciada por rostros y corazones que han vivido situaciones similares en otras circunstancias" (León-Portilla, 1978).






Niyolchoca significa "mi corazón está triste". Esta es una posible respuesta a la pregunta: "Tlen ki ijtoa mo yolotl? [¿Qué dice tu corazón?] Este intercambio da testimonio de un valor importante en la cosmogonía náhuatl: hablar y vivir desde el corazón. La instalación Niyolchoca se hace eco de otra obra del artista, Niyolpaki, que significa "mi corazón está contento".

Niyolchoca formó parte del primer ciclo temático del programa Fronteras de TOPO para 2019-2021. Culturas, lenguas, espiritualidades: más allá de las fronteras reúne a tres artistas de toda América para explorar la reivindicación de las raíces y los legados a través de cuestiones relacionadas con la memoria y la muerte.



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